La educación para la
primera infancia es concebida como un proceso continuo y permanente
de interacciones y relaciones sociales de calidad, oportunas y
pertinentes que posibilitan a los niños y a las niñas potenciar sus
capacidades y desarrollar competencias para la vida.
Se caracteriza por:
- Ser inclusiva, equitativa y solidaria, ya que tiene en cuenta la diversidad étnica, cultural y social, las características geográficas y socio económicas del país y las necesidades educativas de los niños y las niñas.
- Considerar que todos los niños y las niñas, independientemente del contexto socio cultural en el que crecen, tienen las capacidades para desarrollar sus competencias si se encuentran en ambientes sanos y seguros que garanticen sus derechos.
La
atención a los niños desde edad temprana responde a
la cada vez más amplia conciencia social sobre la importancia de los
primeros años de vida. Aunque las experiencias valiosas ocurren a lo
largo de toda la vida, las primeras son determinantes, pues
contribuyen a formar la personalidad, sentar bases afectivas y
cognitivas sólidas para vincularse con el mundo, percibirlo,
construirlo, comprenderlo y transformarlo
A
nivel mundial, se considera como Educación Inicial a los programas
que apoyan el crecimiento de los niños necesarios para su
sobrevivencia, su desarrollo y aprendizaje, incluyendo la salud, el
cuidado, la higiene y su desarrollo cognitivo, social, físico y
emocional, desde el nacimiento hasta el ingreso a la educación
básica, además de considerarse como derecho fundamental de todas
las niñas y los niños.
Según
la OCDE, se consideran Servicios de Educación y Cuidado a la
Infancia Temprana, todos aquellos que atienden a niñas y niños
entre los 0 y los 6 años de edad.
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